La muerte de la alianza opositora

Arturo Moreno El filósofo español Gustavo Bueno describió en su materialismo filosófico la conformación de la izquierda en el siglo xxi. Bueno, desde su propia manera de entender el marxismo se ocupa de crear una precisa y comprensible traducción de este complejo y oscuro océano de las posiciones y estructuras de pensamiento de las izquierdas; es aquí donde usted entenderá el motivo por el cual abro mi disertación con esta introducción… no hay una

Arturo Moreno

El filósofo español Gustavo Bueno describió en su materialismo filosófico la conformación de la izquierda en el siglo xxi. Bueno, desde su propia manera de entender el marxismo se ocupa de crear una precisa y comprensible traducción de este complejo y oscuro océano de las posiciones y estructuras de pensamiento de las izquierdas; es aquí donde usted entenderá el motivo por el cual abro mi disertación con esta introducción… no hay una izquierda, hay múltiples izquierdas.

Si en el México del siglo xix el proyecto político hegemónico fue el de las derechas, desde la reaccionaria, la liberal hasta la derecha de la tercera posición porfirista; sin duda en el siglo xx es la izquierda el proyecto político que define la composición y las reglas del estado mexicano. La izquierda es el proyecto hegemónico mexicano hasta nuestros días.

Con los resultados de las elecciones de gobernador del 5 de junio, el partido gobernante (Morena) ha consolidado su régimen de forma aplastante. Primero, porque en términos demográficos, hoy ya gobierna al 60% de la población; segundo, porque ha cercado territorialmente a la fuerza política opositora, que ya no tiene más poder político mas que en el bajío y el norte; y tercero, porque ahora cuenta con más recursos (federales y estatales), estructura electoral (movilización y logística) y ahora monopoliza el apoyo de las estructuras del crimen organizado, llegando al punto en que la colusión del estado con este, se ha vuelto un asunto público que el régimen ni siquiera está interesado en ocultar.

La muerte opositora no es anunciada, está tallada en mármol

No hace más de 5 años que el PRI y el PAN controlaban el 70% del mapa electoral, sus múltiples beneficios en prerrogativas, distribución logística e incluso podían darse el lujo de negociar con morena – hoy en el poder – para poner o quitar gobernadores de un bando u otro; en este arreglo incluso el PRD – el partido de la “legítima izquierda” – tenía su propio lugar como simbionte vividor a costa de los grandes partidos.

Desde ese momento hasta la noche del 5 de junio, los partidos producto del régimen de la revolución ya lo han perdido todo, no encuentran forma de detener el proceso de degradación política y con razón; si la oposición representa un sistema antipopular (que no representa políticamente a las mayorías) y que por diseño falla en cumplir con las encomiendas más elementales de la existencia del estado ¿cómo definirse políticamente para diferenciarse del régimen, si para hacerlo tienen que defender ese sistema? Es imposible.

El régimen de la revolución mexicana en su proceso histórico nació como un proyecto de izquierda liberal (abolicionista), se consolidó como un estado híbrido (maoísta – militar – capitalista), que evolucionó hasta el establecimiento de un estado de bienestar tras las reformas del consenso de Washington en los noventas y que eventualmente fue degradándose es un estado de partidos, en una oligarquía.

Todo estado de partidos es una oligarquía clientelista, es decir que las partes son dueñas del estado – el estado tiene partidos, pero los partidos no hacen al estado –  y su interés es beneficiarse de este y estas oligarquías en pos de mantener el sistema, generan facciones parasitarias satelitales que lo perpetúan en detrimento de la nación política. Estas facciones que practican el lumpenaje pueden encontrarse en organizaciones de una supuesta “sociedad civil” que medran con subvenciones del estado; y también en la economía informal, crimen organizados y demás desclasados, relegadosde la sociedad política. ¿Qué legitimidad puede tener un régimen de semejantes características?

Desde el pensamiento de Nietzsche, morena es sólo la transmutación de los valores y tradiciones,  resentimientos y expectativas de las mayorías estructurales del régimen de la revolución – el PRI – que migraron a una nueva parte en la que se sienten representados. En consecuencia es lógico pensar que morena siempre supo que para acabar con el régimen de la revolución era necesario destruir al PRI, quedan pocos argumentos ya que puedan negarlo. 

Ya antes expliqué en términos de ciencia política las causas de la extinción de “la oposición”, pero aún falta un elemento en mi argumento, que seguramente el perspicaz lector ha notado también merece una descripción, el Partido Acción Nacional.

La inviabilidad política del PAN

El PAN es un subproducto político del régimen de la revolución, planeado y permitido por el mismo PRI tras la implementación del estado híbrido mexicano durante la guerra fría. Las acciones del régimen durante este periodo fueron generando distintos frentes de tensión y episodios hostiles en la sociedad política (conflictos estudiantiles, con el empresariado, militares y religiosos) cuya única manera de distender, era la creación de una fuerza política opositora al gobierno pero análoga al estado mexicano.

El régimen de la revolución tenía que ser es su etapa inicial un régimen de partido único híbrido y necesariamente debía ser popular – el estado siempre es lo que los ciudadanos quieren, lo contrario es tiranía – porque la sociedad política de este periodo era mayoritariamente rural y analfabeta.

Pero una vez resuelta la democratización de la educación básica y la educación media por todo el territorio y puesta en marcha los mecanismos de generación de riqueza, el surgimiento de las clases medias mexicanas educadas urgía cambiar el modelo de organización política. El PAN fue la respuesta del régimen para llevar al estado a su siguiente etapa, dos partes de la sociedad que debían operar en común de los intereses del estado… una mayoritariamente popular y otra que incluyera a las clases medias. Si el PRI mantenía la estructura política real del estado, el PAN era la guía moral de las aspiraciones del mismo y este último no tiene viabilidad sin el primero.

Para consolidar su proyecto político, morena debía destruir al régimen de la revolución – el PRI – que era la estructura del estado en sí, control territorial, movilización, agentes económicos, contrabando y clientelas. Pero no tiene vasos comunicantes con la enorme masa social de las clases medias (los que pertenecen a ellas y los que las han perdido), que hoy engrosan los escandalosos porcentajes de abstención y no hace mucho votaban preferentemente por el Partido Acción Nacional. El PAN abandonó a su objeto político – las clases medias – y se convirtió en otro administrador más de la miseria.

Sólo las clases medias, como fuerza política, cuentan con la fuerza suficiente para restablecer las bases racionales, económicas y de seguridad a las que aspira la sociedad política mexicana para hacer frente a la izquierda real (morena), que gobernando sólo con una de las partes de la sociedad, lejos de destruir y eliminar al estado de partidos, amenaza con perpetuarlo a través de un lumpenaje aún mayor.

El PAN, su dirigencia y sus cuadros políticos viven en el mito de la caverna y mientras la clase media sale despavorida de esta, ellos se aferran a vivir en la penumbra contemplando las sombras en las paredes.

Semblanza del autor:

Escritor, analista político y asesor de contrapolítica estratégica, fundador y Director Ejecutivo de Datacratics. Colabora como parte del Comité Nacional Promotor de México Republicano y como presidente del consejo rector de VERUM.  Arturo es especialista en administración y operación de empresas del ramo de análisis de datos y tecnologías de la información con más de 10 años de experiencia.

Twitter: arturomorenoMX

Correo: arturo@datacratics.com

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