*Expertos intervinieron en la Mesa 1 del Seminario Perspectivas Universitarias: agua, ciencia y tecnología
Agencia Libertad ANI (México 23 mayo).- La difusión de la cultura hídrica a diferentes niveles, incluyendo a los tomadores de decisiones, y el incremento de proyectos amigables con el ambiente son precisos para reactivar y proteger los cuerpos de agua y humedales, coincidieron investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el Seminario Perspectivas Universitarias: agua, ciencia y tecnología el maestro en ciencias Carlos Vargas Cabrera consideró importante disminuir la sobre extracción para usos no prioritarios, garantizando la salud de los ecosistemas, los derechos humanos al líquido y al saneamiento, así como las garantías humanas de los pueblos y la soberanía alimentaria.
También promover prácticas productivas amigables con el ambiente; crear un sistema de monitoreo ciudadanizado de los cuerpos de agua, de su utilización, su calidad y evolución, y realizar el intercambio de tipo de recurso entre usuarios, es decir, ceder aquella de buena calidad a la que están haciendo uso los industriales y ellos utilizar la tratada en los debidos procesos en los que sea posible.
Al impartir la conferencia Optimización de la infraestructura hidráulica para la conservación de los sistemas hídricos, el doctor Vargas Cabrera mencionó el caso del lago Tláhuac-Xico como un ejemplo de un megaproyecto que permite tener esperanzas sobre la recuperación de toda una vida lacustre en la cuenca de México, además de rescatar humedad en los suelos para detener el agrietamiento, contar con líquido para riego, incrementar la biodiversidad, recobrar la reactivación de actividades agrícolas que están siendo abandonadas en la localidad, potenciar proyectos ecoturísticos y el mantenimiento de cuerpos de agua.
Mencionó que la actual política de infraestructura hídrica ha conducido a una crisis del recurso, los ecosistemas y las cuencas ocasionando, sobre todo, la desaparición de los sistemas locales del agua subterránea, apuntó el integrante del Programa de Investigación para la Sustentabilidad de la UAM.
“Este agotamiento de los sistemas locales y sobre todo de los intermedios conlleva a que haya disminución de las tasas de recarga y de los mecanismos de su recuperación, un incremento de la zona no saturada y de cambios fisicoquímicos en el agua”, alertó.
Cada vez, dijo, se extrae a profundidades más grandes, en el siglo XIX se comenzaron a perforar pozos con pico y pala y con mecanismos para su extracción muy rudimentarios, mientras que en el XX ya estaban operando pozos a varios cientos de metros de profundidad y procesos brotantes, en los cuales se perforaba y el líquido subía por arriba de la superficie del terreno, situación que se ha acabado.
“Ya es más común perforar pozos a más de dos kilómetros de profundidad ocasionando un impacto muy grande en el subsuelo, tal es el caso de los conos de abatimiento cada vez más grandes, la intersección de éstos, el abatimiento de pozo a pozo haciendo que la zona acuífera sea más afectada, el minado del subsuelo por la extracción, la compactación del medio acuífero, la reducción de la permeabilidad y varios cambios que están operando en el sistema físico”, precisó.
La doctora Fabiola Sosa Rodríguez, jefa del Área de Crecimiento Económico y Medio Ambiente del Departamento de Economía de la Unidad Azcapotzalco, dijo que la forma en que se trabaja en el mejoramiento de los humedales de la Laguna La Piedad, en Cuautitlán Izcalli, tiene la intención de brindar una oportunidad única de desarrollo de actividades recreativas y contribuir al equilibrio hidrológico de la Cuenca de México.
Al referirse a La Laguna la Piedad: una intervención con soluciones basadas en la naturaleza, la investigadora expuso que “es importante destacar la relevancia que tienen las soluciones basadas en la naturaleza porque finalmente son acciones que se apoyan en los ecosistemas y en los servicios que proveen éstos para poder responder a distintos desafíos que tiene la sociedad, entre ellos el cambio climático, la seguridad alimentaria y los riesgos de desastres”, explicó.
La miembro del Comité de la Red de Agua de la UAM consideró que los ecosistemas pueden servir como una forma de infraestructura verde que en muchos casos suele ser más efectiva a largo plazo y también con un menor costo y así, atender problemas de inundaciones, deslaves y mejoramiento en el tratamiento y calidad del bien.
“Las soluciones basadas en la naturaleza cada vez se aplican más en este enfoque de gestión integrada de recursos hídricos y también dentro de la planificación urbana con enfoques participativos”.
La propuesta tiene distintos componentes y un eje medular es la colaboración comunitaria a través de la ciencia participativa; los ejidatarios, la sociedad de Cuautitlán, las organizaciones civiles y el gobierno local podrán hacer diagnósticos y monitoreos para conocer la variedad de plantas y animales que existen, identificando la presencia de algunos contaminantes en el agua, así como la implementación de prácticas agroecológicas tradicionales para la restauración de los humedales.
La doctora Sosa Rodríguez señaló que el objetivo es restablecer la conectividad biológica y desarrollar opciones que van desde invernaderos; plantas acuáticas y especies de ornato, entre otras, para lograr un lugar demostrativo y de capacitación mediante infraestructura verde.
En la Cuenca de México las reducciones en la disponibilidad del líquido alcanzarán un 30 por ciento y en el largo plazo llegarán hasta un 40 por ciento, lo que tiene implicaciones relevantes en términos de la seguridad hídrica y alimentaria del propio funcionamiento de las ciudades que están dentro de la Cuenca, de ahí que sea tan importante potenciar distintos tipos de estrategias de adaptación a través del enfoque de soluciones basadas en la naturaleza, como en este proyecto donde la idea general gira alrededor de construir humedales artificiales, expuso.