El “súper” peso mexicano: mitos y realidades

Por: Christian Toledo Angüis

Me resulta asombroso que en pleno 2022 haya gente que siga pensando que el tipo de cambio peso-dólar así como la inflación siguen siendo un indicador del buen (o mal) manejo de la política gubernamental, o viceversa. Nada más falso que ello.

Desde que se logró la autonomía constitucional del Banco de México, también se logró la autonomía de la política monetaria en México. De lejos se ve una posible intervención del Ejecutivo en las decisiones técnicas que el Banco de México toma en sus reuniones. Esto no se debe confundir con la facultad que tiene el Ejecutivo de proponer a los miembros de su Junta de Gobierno, lo cual sucede en todas las economías desarrolladas del mundo. Naturalmente, el Ejecutivo promoverá a personas que son de su confianza y con las que tiene cierta afinidad ideológica, pero créanme, esto en el mundo financiero a nadie asusta.

Muchos dirán que los objetivos de la política monetaria, paradójicamente no se logran con la implementación de esta política de forma aislada, sino que necesita complementarse con una política fiscal adecuada. Esto en lugar de soportar nuestra tesis, la robustece, al poder concluir que el logro de los objetivos de la política monetaria pasa por el banco central, el ejecutivo y el legislativo federal.

A pesar de ello, durante las semanas pasadas escuchamos algunas voces que querían seguir relacionando al “súper” peso con el manejo gubernamental actual. Sin embargo, sus argumentos se vieron fácilmente desacreditados con el brinco que sufrió el tipo de cambio ($USDMXN) en los últimos 8 días. Del rango de 19.50 pesos por dólar, llegamos a tocar los 20.60 pesos por billete verde.

Esta depreciación tan abrupta del tipo de cambio se dio principalmente por el aumento de las tasas de interés de referencia en los Estados Unidos, por 75 puntos base. Con ello, los bonos estadounidenses pagarán un rédito mayor, por lo que se vuelven más atractivos para los inversionistas.

Debemos recordar que los inversionistas (al menos los inteligentes), ante el cambio, venden sus activos más riesgosos y se refugian en los más seguros. En este contexto, como sea que lo queramos medir, el ahorrar en pesos es mucho más riesgoso que el ahorrar en bonos del tesoro estadounidense. Por ello, los inversionistas ante el anuncio de la FED corrieron a vender la parte de su portafolio que tenían en pesos mexicanos (aún sacrificando parte del precio) para estar en posibilidades de prestarle dinero al gobierno de Biden.  

Como colofón, debemos resaltar que al ser la moneda mexicana la más líquida de las economías emergentes, ha sido tomada por los inversionistas como una moneda “símbolo” de todas las monedas de países emergentes del mundo. Por ello, cambios en países tan lejanos como Turquía, podría afectar también el precio al que se intercambia el peso mexicano en el mundo.

Bajo este análisis, resulta obvio que el precio del “pesodólar” poco o nada tiene nada que ver con lo que haga o deje hacer el Gobierno Federal en su cotiedaneidad. Por ello, hago votos para que los políticos y “opinólogos” profesionales de las redes sociales entiendan lo más básico de ello y dejen de tratar de engañarnos con argumentos fácilmente desacreditables.

Por favor, dejemos al peso vivir en paz.

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