DE LA (IM) PRODUCTIVIDAD EN MÉXICO.

Por Angel Leal

Pongamos este escenario: nos ofrecen un reloj suizo, aun cuando no conozcamos la marca, por el sólo hecho de su procedencia, daremos por sentado que es un producto confiable, lo mismo si nos ofrecieran un coche alemán, sin embargo, siendo sinceros, ¿Si nos ofrecen un producto mexicano (que no sea tequila o mezcal) lo daríamos por bueno con la misma confianza?

La realidad, es que no, México no goza de una reputación productiva favorable, a pesar de ser el país con jornadas laborales más largas -un promedio de 2,124 horas al año por persona- jornadas que son 12% más largas que incluso las chinas (y 7 dólares mensuales más baratas en promedio), reflejo de ello es el indicador de “Producto Interno Bruto Generado por Hora Laborada” de la OCDE, que arroja: México genera $22 dólares/hora; mientras que países como Irlanda, generan 5 veces más: $109.5 dorales/hora.

A este respecto, es claro, existe el criterio subjetivo de apreciación de la mano de obra contra el cual es difícil argumentar, pero también existe el criterio objetivo basado en datos duros, la mano de obra mexicana es más barata y trabaja más tiempo, sin embargo,  genera mucha menor riqueza con ello. Algunas causas son evidentes y en lenguaje coloquial,  la máxima: “haces como que me pagas, hago como que trabajo”, es ilustrativa, también tiene que ver con una cultura y clima laboral adverso, pues justamente en México, está arraigado el ideal caciquil-colonialista de tomar como baluarte las máximas horas de esclavitud, que la misma productividad, es decir, se toma como que se pone más la camiseta quien más tiempo está en el centro de trabajo, que quien más resultados produce; esto sin contar “la recompensa a la eficiencia” que lejos de estar aparejado a un bono o el simple disfrute del tiempo restante, suele consistir en otra cubetada de trabajo.

Por tanto, tenemos mano de obra desgastada, con renuncia emocional (es decir, se siguen presentando y cumpliendo relativamente sus actividades por la necesidad de un sueldo, pero, sin ninguna motivación, compromiso o apego al trabajo) y  además, condicionada por la propia dinámica laboral, a “estirar” el tiempo en que desempeñan actividades, para no recibir el premio a la eficiencia de: más trabajo.

En ese sentido, si bien México posee una legislación laboral garantistamente obesa producto de los gobiernos posrevolucionarios, justamente, lo barroco de sus postulados hacen que sea tan difícil de cumplir, que los propios sujetos de protección aceptan el que los empleadores “se auto concedan licencias de incumplimiento” ya sea por lo excesivo de la norma o por la propia necesidad de un trabajo, porque lo que es cierto, entre más limitantes al empleador existan, es decir, entre más complicadas y abundantes sean las responsabilidades patronales, menos personas se aventurarán a generar y ofrecer empleos, ocasionando con ello, que el empleo, sea un bien escaso, al cual, las personas que requieren de ellos para satisfacer sus necesidades (más del 70% de la población), tengan que aceptar condiciones por debajo de la norma, si quieren disfrutar de los beneficios de un empleo.

El exceso de legislación laboral, entonces, actúa no en la protección de derechos (ya que si hubiera gran oferta de empleo, el propio mercado se regularía con las personas que aceptan, o no, ciertas condiciones para laborar), sino como una especie de especulador, que reduce las condiciones para que prospere la oferta laboral y con ello, como titular de un bien escaso, el patrón puede tener una cultura laboral miserable, de “sacar el mayor fruto a cada empleado”, según su lógica, pero lo que es realidad provoca, conforme a indicadores, es una cultura laboral miserable que lo único que reproduce es justamente: miseria.

Sobre el autor.

Especialista en poder legislativo y derecho electoral, con formación de licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública; estudios de derecho y maestría en Política y Gobierno. Ha sido servidor público federal, asesor legislativo, consultor municipal y ocupado diversos cargos de dirigencia partidista. 

Add a comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *