La Visión de Chihuahua

Luis Froylan Castañeda

*UN FRACASO DE CALDERÓN A LÓPEZ OBRADOR

*EL EJÉRCITO SE MUEVE POR SIMPLE INERCIA

*UNA PROVOCACIÓN ¿QUIÉN GOBIERNA JUÁREZ?

*CAYÓ ALVARADO, OTROS ESTÁN EN LA CUERDITA

*Y LOS OTROS PENALES ¿CÓMO SE ENCUENTRAN?

* SENADORES Y DIPUTADOS; AUSENCIA TIMORATA

En octubre del 2019 supimos que Culiacán está gobernado por el crimen organizado, Ovidio lo demostró y López Obrador ratificó en público. ¿En manos de quien está Ciudad Juárez? Tome la pregunta, si así quiere, como una provocación, pero desde el llamado jueves negro, cuando sicarios del mal salieron a las calles con la orden de asesinar inocentes, matando a once infortunados, y los hechos violentos del domingo pasado, la pregunta adquiere pertinencia.

De unos años a la fecha se ha vuelto lugar común hasta para el chihuahuense más ordinario hablar de la impunidad con que se conducen los sicarios del mal, mencionar por su nombre y apodo a los jefes del crimen, describir con detalle las fronteras que dividen “sus territorios”, decir que todos en el barrio saben quienes son. Es una realidad objetiva que el crimen se mueve a sus anchas por calles y avenidas principales, coloca retenes donde le da gana, presume su capacidad de fuego, usa las redes sociales como cualquier colegiala.

Y cuando muestra su rostro más infame quedamos azorados, es como si autoridades y sociedad sufriesen un shock colectivo extrañados por las violentas consecuencias de su propia inacción. Entonces la sociedad reacciona indignada, los políticos opositores medran con la desgracia y las autoridades vigentes ofrecen tapar el pozo con el niño caído. La violencia está entre nosotros apoderándose de capitales como Culiacán y ciudades tan importantes como Ciudad Juárez por que gobiernos ineficientes y corruptos, desde Calderón hasta López Obrador, han permitido que crezca y se fortalezca sin oposición.

La única forma de que el crimen afiance sus territorios conquistados y siga conquistando nuevos, mientras crece su grado de violencia e incursiona en las más variadas actividades delictivas: huachicol, obra pública, lavado de dinero, secuestro, extorsión, asesinato, fentanilo y desde luego el tradicional trasiego de enervantes, es por la complicidad del gobierno al más alto nivel. No existe otra, ellos tienen al Ejército, el monopolio de la ley, y los sistemas de inteligencia para combatirla, pero deciden justificarse en narrativas delirantes o bizarras, reaccionando a destajo únicamente ante los hechos más atroces.

La diferencia entre Calderón y Peña con López Obrador, es que ahora se ha llegado a grados inauditos de complicidad, permitiendo incluso que los criminales actúen directamente en política electoral, como quedó demostrado en los estados del Pacífico. En las elecciones locales, han sido un brazo importante del partido gobernante y el señor presidente tiene el desatino de agradecerles en púbico por “haberse portado bien”, dándoles indirectamente un estatus de organizaciones legales y encima “bien portadas”. Es demencial.

No obstante el fracaso obvio, la reacción gubernamental tras hechos como los del domingo en Juárez, sigue siendo la misma con López Obrador que con Felipe Calderón. Cuando Juárez ardía por el crimen, pongamos entre el 2008 y 2011, Calderón y el impresentable García Luna –hoy detenido- llegaron a mantener una presencia federal de 10 mil elementos, entre soldados y policías. Diez mil federales armados es un Ejército completo y sin embargo –existen estudios detallados de la época- sólo redujeron al cinco por ciento los delitos.

Se ha dicho que hoy López Obrador tiene desplazados en Juárez dos mil quinientos elementos, entre miembros de la Guardia Nacional y el Ejército, y la Sedena anunció que llegarán 300 más la próxima semana. Cerremos el dato en tres mil, muy lejos de los diez mil de Calderón pero con la espantosa realidad de que los delitos siguen creciendo en la misma proporción en que arriban las fuerzas federales. La experiencia nos dice que a mayor número de elementos no es menor la violencia, ¿Por qué los gobiernos insisten en ese absurdo?. La respuesta de los expertos causa escalofríos; al gobierno no le interesa contener al crimen, es parte del mismo.

Yo preferiría pensar en que si quieren pero no pueden, en cuyo caso igualmente estaríamos jodidos, las bandas criminales seguirán fortaleciéndose y cada día veremos ejercicios más violentos y desgarradores ¿Hasta cuando?. Esa respuesta nadie la tiene, pero nuestros políticos podrían empezar por asumir con seriedad sus responsabilidades, evitando la tentación del medro fácil, de cargar culpas cada uno en su particular interés. En algún momento debe revertirse la violencia o el país terminará yéndose por el caño.

Rompeolas

Como primer acción, el gobierno de Maru Campos anunció el cese del director del penal número tres de Juárez, Alejandro Alvarado Téllez. Una decisión obligada, el escándalo de corrupción que dejó al descubierto la fuga masiva es inaceptable, mínimo debe ser presentado ante las autoridades, los sicarios hacían del penal un hotel donde todo lo que podía caber por la puerta más grande era susceptible de ser ingresado; armas, drogas, dinero, lujos. Una obscenidad. Ese cuate, Alvarado, está tronado, no por ser el único responsable, sino por tener la responsabilidad directa. Lo que no sabemos es si su destitución sea insuficiente para despresurizar la crisis, probablemente sigue el Fiscal de Ejecución de Penas y en estos momentos, como dije ayer, la situación del Fiscal General también es muy precaria.

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