Por qué necesitamos nuevos partidos

Los partidos políticos ni siquiera llegan al tres por ciento de confianza y aceptación entre la población, mientras el El Ejército y la Marina están por arriba del sesenta por ciento  

Por Adrián Valencia

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) que realizó el INE el año pasado, los partidos políticos son una de las organizaciones que menor confianza gozan entre los mexicanos. Mientras instituciones como el Ejército y la Marina alcanzan niveles por arriba del sesenta por ciento; los partidos políticos ni siquiera llegan al tres por ciento de confianza y aceptación entre la población.

Lo cierto es que, aunque los partidos tradicionales siguen definiendo el mapa político en nuestros días, enfrentan una grave crisis de imagen y credibilidad que se refleja en la baja participación de la ciudadanía en los últimos procesos electorales.

De hecho, en la pasada elección de junio, en la que se renovaron seis gubernaturas, el porcentaje de votación general no alcanzó ni el cincuenta por ciento. Oaxaca y Quintana Roo fueron las entidades con la participación más baja, únicamente 3 de cada 10 diez ciudadanos registrados en el padrón electoral salieron a votar.

Pero el desencanto no es nuevo. Aunque López Obrador ganó con una amplia ventaja sobre sus contendientes, de los más 90 millones de mexicanos registrados en el padrón nacional, únicamente cincuenta participaron en la elección presidencial y de éstos, tan sólo treinta se inclinaron a votar por él. La abstinencia pues, frente al desgaste de los partidos, ha sido la constante en los comicios de los últimos años.

Ahora bien, la existencia de los partidos políticos, por sí misma no es mala. De hecho, en las democracias son indispensables las vías institucionales para que los ciudadanos de a pie formen parte de las decisiones de gobierno y los partidos forman parte de esta lógica. Sin embargo vale la pena preguntarnos: ¿los partidos de hoy representan esos mecanismos institucionales para que los ciudadanos participen activamente en política?, mi conclusión es que no.

Los partidos de hoy responden a intereses particulares y/o de grupo. Difícilmente atienden causas netamente ciudadanas y mucho menos ofrecen rutas viables para ocupar cargos de representación. Si no hay cercanía con los liderazgos políticos, difícilmente se puede aspirar a una Regiduría, una Sindicatura, una Diputación o algún otro cargo público. En esa utopía de ser partícipes de una democracia viva, los partidos (al menos los tradicionales) no son opciones para la gente. 

Los partidos políticos, por el contrario, se han convertido en organizaciones que viven del erario público y que disponen espacios de representación a contentillo de quienes los dirigen. Las listas plurinominales, palomeadas desde las dirigencias; la elección designación de candidaturas, el control de los procesos de afiliación y la presencia de figuras de poder detrás de algunos de éstos, son parte de los vicios que han corrompido la vida partidista de México.

Entonces, ¿cómo ponerle fin a esas prácticas antidemocráticas que han colocado a los partidos políticos en los últimos casilleros de la confianza de la gente?, mi percepción es que a través de la construcción de nuevos partidos políticos, de origen plenamente ciudadano, se pueden dar los primeros pasos. Al entrar en la esfera pública de los partidos, con mecanismos más libres y accesibles de afiliación; y con procesos justos, plurales y abiertos para la designación de candidaturas, la ciudadanía arrebataría a las élites tradicionales lo que han convertido en cotos de poder particulares y en una fuente permanente de recursos.

México necesita nuevos partidos políticos para las nuevas generaciones. Partidos cuyas agendas políticas e ideológicas respondan a las necesidades reales de los ciudadanos de hoy y a los retos de un nuevo mundo: cambio climático, inteligencia artificial, ingeniería aeroespacial, energética e informática; evolución de los sistemas financieros, economía global y geopolítica; identidades y derechos sexuales, etcétera.

La creación de nuevos partidos, no sólo daría oxígeno a la joven democracia mexicana, sino que también permitiría establecer mecanismos de verdadera inclusión y participación en la toma de decisiones. Al final, nuestro país no está exento de lo que parece ser una tendencia global de nuevas modalidades de representación y participación política y de la extinción de los partidos tradicionales en todas partes del mundo.

En su artículo “Los partidos políticos y su replanteamiento como actores políticos en la democracia mexicana del siglo XXI”, la Dra. Angélica Cazarín, profesora investigadora de El Colegio de Tlaxcala, hace una interesante reflexión sobre lo que parece ser una tendencia global de nuevos actores y grupos sociales que están disputando “la hegemonía en el campo de la representación de los intereses colectivos” a los partidos políticos tradicionales.

La interrogante es, nos dice, “si estamos asistiendo al fin de los partidos políticos o si, por el contrario, simplemente estamos viviendo una etapa dialéctica de crisis, transformación y replanteamiento de las formas de representación política”. Para la reflexión.

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