Como es costumbre desde el movimiento del 85, en estos tiempos de relevo sobran los interesados que, tejiendo desde las sombras, intentan desestabilizar a la Universidad Autónoma de Chihuahua

*LA UNIVERSIDAD EN CALMA Y TRABAJANDO

*PARA RECTOR NI ENCARTADOS NI DESCARTADOS

*UNA EVOCACIÓN A GASPAR GUMARO OROZCO

Luis Froylan Castañeda

Los días que corren, quizás horas, son determinantes para cerrar un largo proceso de relevo en la Universidad Autónoma de Chihuahua, iniciado con la renuncia forzada de Luis Fierro, probablemente el peor rector en la historia de la UACh. Se dejó manipular por fuerzas radicales que pretendieron secuestrar a la Universidad, promoviendo una reforma política a la que disfrazó de académica. Por fortuna Villalobos Jión la desmontó con enorme celeridad.

Como es costumbre desde el movimiento del 85, en estos tiempos de relevo sobran los interesados que, tejiendo desde las sombras, intentan desestabilizar a la Universidad. Es normal, hablamos de la institución educativa más importante de Chihuahua, es un botín muy apetecible para vulgares ambiciones que agitan las aguas queriendo pescar en río revuelto.

El proceso en curso no ha sido excepción, grupos, grupúsculos y desesperados buscando fortuna llevan y traen versiones a conveniencia personal, susurrando teorías sobre el “complicado momento que vive la Uach” y “el gravísimo peligro que corre de generarse un estallido”. Terminan dando calidad de verdad indiscutible a sus propias teorías complotistas.

Son rumores calculados, en muchos casos versiones aviesas que no encuentran asidero en la realidad, ahora mismo todos, subrayado el todos, los directores están en la institucionalidad, a lo que diga “la jefa”, y el que parece empujar por la libre, Luis Rivera, ha reafirmado en diversos momentos su disciplina e institucionalidad. Rivera no es tarugo ni come lumbre, hace su trabajo esperando que le toque pero sabe hasta donde puede llegar.

¿Maestros o alumnos con potencial de generar el “temido” estallido? Ninguno. Si la Universidad entra en crisis será únicamente por interés expreso del Presidente López Obrador y nada en sus comparecencias matutinas, desde las cuales gobierna, permite suponer que tenga intereses desestabilizadores. Los que alientan versiones catastrofistas lo hacen por que conviene a sus particularísimos intereses, pero la Universidad está en calma y trabajando.

Ahora, cada sucesión tiene su propia dinámica, recordaré las de José Luis Franco y Luis Fierro. Asesorado perversamente por quienes se decían sus amigos, Franco supuso que si tenía a los directores de su parte garantizaba la designación de rector. Nada, en cuanto el entonces gobernador Patricio Martínez apretó, todos los directores doblaron las manos y Franco lo único que ganó fue la cárcel. Estando ahí, detenido, los amigos que dijeron ir con él hasta la muerte, lo desconocieron y siguieron sus vides alegremente.

La elección de Luis Fierro transitó en el intervalo de un gobernador en funciones, César Duarte, y otro electo, Javier Corral, con la particularidad de que ambos estaban ferozmente confrontados. Un puñado de torpes directores, si mal no recuerdo cinco, pensaron que Duarte podría elegir rector y estúpidamente desafiaron al gobernador electo. El resultado es que esos directores quedaron proscritos y Fierro, a recomendación de Lucha Castro, fue palomeado por Corral y en consecuencia votado en el Consejo Universitario. Los cinco ingenuos fueron los primeros en darle sus votos.

Ambas historias son muy conocidas en círculos políticos y universitarios ¿Qué sucede en el relevo actual? Nada diferente a las anteriores, sólo que con su propia dinámica: Una Ley Orgánica recientemente reformada puesta a prueba por varios recursos de amparo, la apertura de oportunidad a universitarios fuera del Consejo de Directores, el regreso de los alumnos tras seis semestres de clases virtuales por la pandemia y la posibilidad de que el rector interino sea electo.

En lo demás, todo es lo mismo: Los directores esperan la línea que les diga por quien votar, los grupos que empujan desde afuera con la esperanza de arrancar a Palacio la decisión presionan, una minoría académica y estudiantil expectante pensando que puede influir en el curso de la elección y la gran mayoría de los universitarios concentrados en lo suyo. Todos conceptos generales aplicables a elecciones anteriores.

¿Qué la reforma está entrampada por los amparos? Probablemente, pero se desentrampa con relativa facilidad, sea por vía política o vía legal, nada que no puedan resolver con relativa facilidad. La próxima semana, cuando quede resuelto el relevo, también quedarán ahogadas la voces que buscan desestabilizar y los promotores de la versión catastrófica correrán hacia el rector electo, cualquiera que resulte, a decir “siempre supe que serías tu, te felicito”.

Como dijo el difunto Gaspar Gumaro Orozco, una leyenda en la carrera de Letras, sólo es cuestión de paciencia para que la mierda tome su nivel. No es para encender luces rojas, menos sabiendo que todos siguen jugando; lo mismo directores que los otros universitarios mencionados. El encarte y descarte vendrán con el sello de los nuevos gobernantes, quizás esa sea la mayor diferencia con respecto a otras elecciones, una diferencia de forma no de fondo.

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