Rodrigo J.Escamilla
Frecuentemente me preguntan ¿Qué música le pongo a mi niño? y mi respuesta es invariablemente otra pregunta ¿Qué edad tiene tu niño? o ¿Para qué actividad?, Los estudiosos de la física se refieren a frecuencias, volumen, timbres y a las cualidades del sonido, los músicos y sobre todo los músico-terapistas nos referimos a la música y su efecto en las personas. En mi experiencia es vital conocer además de las cualidades mencionadas, tonalidades, modos y estilos. No es tan difícil; pero tampoco es tan fácil como para dejárselo a una estación de radio o al Cd de moda.
Permíteme ponerte un ejemplo, yo cocino huevos con algunas variantes, con tocino, con jamón, algún bistec y nadie se ha quejado de mis chilaquiles; sin embargo no creo poder alimentar a mis tres hijos y a mi esposa con tan poca variedad. Me salva que pico bien la fruta y los licuados son mi especialidad pero… ¿en realidad cocino?… ¿es imposible aprender a cocinar?…, lo mismo sucede con la musicoterapia, no es una ciencia oculta o conocimientos «harto» difíciles; pero si requiere de método, constancia talento y experiencia.
Así como tú no le darías comida chatarra a tu niño, también debemos vigilar lo que escuchan nuestros hijos. Sí existe la música chatarra. Hay estudios serios que lo demuestran, afortunadamente también existe música que estimula, relaja, vigoriza y en casos especiales, ayuda a otros tratamientos y terapias, de esto también hay estudios serios publicados incluso en internet. Los niños escuchan diferente a nosotros, la cantidad de cilios en el oído es mayor en la niñez y hay frecuencias que los aniquilan.
Si pasas por un afuera de un «antro» seguramente escucharas el famoso «Punchis», esto se debe a que muchos de los jóvenes que frecuentan los lugares con altos niveles de volumen han perdido gran capacidad de escucha y para oír «normal» ya tienen que escuchar exageradas las frecuencias graves «pun» y las agudas «chis». Un joven me comentaba un día «es que solo así siento la música», la razón es evidente, desgraciadamente ya está irremediablemente medio sordo.
Como lo dije antes, es necesario conocer las características y los efectos de la música y estudiarlos con seriedad y sobre todo con responsabilidad.
No toda la música clásica es buena para los niños, tampoco todo Mozart y menos los acoplados que indiscriminadamente hacen algunas productoras, así mismo, tampoco toda la música popular es mala.
Existen muchísimas obras de todos los géneros ya probadas que son adecuadas para bebés y niños.
Es tanta la variedad de música disponible que comenzaré por decirte que la música de banda no es recomendable para los pequeños, tampoco la cumbia ni el rock. Tampoco recomiendo la música de diseño, con esto me refiero a la mayoría de los discos de moda. Desgraciadamente vienen mezclados y masterizados con la mayoría de las frecuencias dañinas muy excitadas, además de la pobreza de muchas de las letras. Todo lo anterior está muy interesante; pero la pregunta sigue sin contestar.
Por eso he logrado algunos «playlist» que utilizo en sesiones y también en casa con mis hijos con excelentes resultados. Por último te hago una recomendación muy especial, siempre que puedas lleva a tus pequeños a escuchar instrumentos acústicos en vivo. Los mejores equipos de sonido pretenden igualar el sonido real de los instrumentos; pero por buena que sea una bocina, jamás podrá compararse con las vibraciones de un instrumento real.
En Centro Nathán hemos comprobado que ver, oír y tocar los instrumentos en nuestros conciertos para bebés es una experiencia maravillosa para quienes la viven.
Sobre al autor: Socio activo de la Sociedad de autores y Compositores de México (SACM) y de la Academia Latin GRAMMY Awards.