Muere la reina Isabel II de Inglaterra a los 96 años

La reina de Inglaterra ha muerto, así lo ha anunciado el palacio de Buckingham.

Redacción Agencia Libertad ANI (Londres 08 de septiembre).- Isabel II se convirtió al final de su reinado en icono británico, testigo de la transformación de Reino Unido y de ella misma como historia viviente. La  reina, quien falleció a los 96 años de edad, era considerada hasta hace unos años como una mujer de hierro, a la que nada, ni los más graves escándalos de la corona, ni los problemas británicos, podían vencer

La reina Isabel II, quien murió este jueves en el Castillo de Balmoral (Escocia), entra en los libros de historia como una de las más grandes monarcas británicas, admirada y respetada por los ciudadanos, a los que ha servido con una dedicación reconocida en todo el mundo.

Para los británicos Isabel II ha sido símbolo del tesón, profesional como pocos y con una idea bien clara de neutralidad y de “quien no gobierna”.

Con su inseparable bolso en el brazo y sus trajes de colores, para que todo el mundo la pudiera ver, Isabel II se convirtió al final de su reinado en icono británico, testigo de la transformación de Reino Unido y ella misma historia viviente.

Isabel Alejandra María, soberana de Reino Unido y de varios países de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth antiguas colonias), ha sido la monarca más longeva de la historia de la monarquía británica.

Su familia la llamaba Lilibet y desde pequeña era amante de los perros y los caballos y estaba muy unida a su hermana, la princesa Margarita, cuatro años más joven que ella.

Tras convertirse en princesa heredera, Isabel recibió una educación más especializada, con énfasis en Historia, mientras su país entraba en la II Guerra Mundial.

De adolescente participó como subalterna honoraria del Servicio Territorial Auxiliar de Mujeres y tomó clases de conducir y de reparación de vehículos durante el conflicto bélico.

Era considerada por los británicos como “la reina eterna”, llegó al trono de Inglaterra por una carambola del destino, pero aprendió rápidamente las tareas propias de su cargo y convirtió el respeto a los protocolos y la protección a ultranza de la corona británica las principales características de su reinado, el más longevo del mundo.

La reina, quien falleció hoy a los 96 años de edad, era considerada hasta hace unos años como una mujer de hierro, a la que nada, ni los más graves escándalos de la corona, ni los problemas británicos, podían vencer. Pero su salud se fue mermando en los últimos años y se le veía en ocasiones molesta, por sus problemas de movilidad.

Nacida el 21 de abril de 1926 en Londres, Isabel fue la hija mayor del rey Jorge VI y la reina Isabel, educada por tutores entre paredes palaciegas y sin que su llegada al mundo estuviera marcada para regir los destinos de Reino Unido.

Por entonces, Isabel era tercera en la línea de sucesión al trono, después de su tío, el rey Eduardo VIII, y su padre, pero su futuro dio un giro inesperado con 10 años de edad, al abdicar su tío para casarse con la divorciada estadounidense Wallis Simpson.

En diciembre de 1936, Isabel se convirtió en heredera al trono al asumir su padre, el príncipe Alberto, el reinado como Jorge VI.

Antes de estos cambios, que pusieron a prueba la supervivencia de la monarquía británica, Isabel había tenido una infancia feliz, jugaba con otras niñas de su edad en casa gracias a un grupo creado especialmente para ella, pues su paso por la escuela estaba descartado por aquella época.

La forma en que llegó al trono fue casi accidental. Su padre, quien reinó  bajo el nombre de Jorge VI, accedió al trono luego de que su hermano mayor, Eduardo, decidiera abdicar sorpresivamente en 1936. El motivo: se negó a rechazar a la mujer de su vida, la estadounidense Wallis Simpson, con quien no podía contraer matrimonio por estar doblemente divorciada.

 La inesperada dimisión de Eduardo convirtió en soberano a su hermano menor, lo que provocó a su vez que la primogénita de éste, Isabel, pasara a encabezar la línea de sucesión de los Windsor.

Nacida en 1926, la futura reina de Inglaterra tuvo una de sus primeras actuaciones destacadas durante la II Guerra Mundial, aleccionando a las tropas y sumándose activamente a las tareas de apoyo civil.

En 1947 se casó con Felipe, duque de Edimburgo. Fogoso y rebelde, Isabel II soportó en silencio diversas aventuras. Con el tiempo, Felipe de Edimburgo pondría fin a sus desplantes para convertirse en un consorte ejemplar. Tuvieron cuatro hijos: Carlos, Ana, Andrés y Eduardo.

Distante, impasible, Isabel II siempre se mostró como la reina que mantenía la unidad de la Corona. Aficionada al senderismo, la cría de caballos y manejar autos todo terreno, vivió uno de sus momentos más complicados con la separación de su hijo, el príncipe Carlos, de la muy querida princesa Diana, que se robó el corazón no sólo de los británicos, sino del mundo.

Se le criticó en su momento el distanciamiento con Diana y haber guardado silencio ante el affaire de Carlos con Camila, a quien recientemente la reina dio su apoyo como futura reina consorte.

Entre sus logros como soberana destaca su gira internacional en 1953, apenas coronada, en la que contribuyó activamente a reforzar la imagen de su país en momentos en que se acentuaba el declive del imperio británico.

Puso especial interés en preservar a través de la Commonwealth, un organismo por el que siempre sintió especial devoción, el espíritu comunitario y el ascendiente simbólico de la corona sobre sus antiguas colonias.

A pesar de su juventud y su inexperiencia cuando accedió al trono, Isabel II llegó con el paso del tiempo a erigirse en líder indiscutible del Reino Unido y la Iglesia anglicana, como prominente defensora de la fe, sin que nadie cuestionara su autoridad más allá de los pasillos, lo que evidenciaba su habilidad a la hora de guardar distancia con los otros poderes y regentar conforme a los principios constitucionales, aunque no era una mujer ilustrada.

Pero Isabel II también tuvo tropiezos sonados, como cuando apoyó explícitamente Isabel II también fue presa de las dificultades exhibidas por las casas de Hannover y Windsor para adaptarse a los tiempos.

No puso mayor empeño en renovar una institución desfasada en muchos aspectos y que se mostraba cada vez más vulnerable, sobre todo por el constante monitoreo de la prensa, y las salidas de tono de algunos de los miembros de la familia real que comenzaban a exhibirse en demasía.

Se casa con el duque de Edimburgo

Ya por entonces intercambiaba correspondencia con el apuesto príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca, con el que se casaría dos años después de la guerra, el 20 de noviembre de 1947, cuando el rey Jorge VI le concedió a Felipe el título de duque de Edimburgo.

Siendo aún princesa heredera, Isabel tuvo al príncipe Carlos y a la princesa Ana, antes de que su padre falleciera el 6 de febrero de 1952 y ella pasará a convertirse en la reina Isabel II.

Fue durante una visita oficial a Kenia donde Isabel recibió la noticia y regresó inmediatamente a Londres, donde le esperaba el primer ministro, Winston Churchill, para comenzar uno de los reinados más importantes y exitosos de la historia.

Unos años más tarde nacían dos hijos más, Andrés y Eduardo, mientras Isabel II y el duque de Edimburgo mantenían una apretada agenda de trabajo y los Windsor disfrutaban de gran popularidad.

Con una actitud estoica ante los momentos más difíciles, Isabel II fue testigo de crisis económicas, cambios demográficos, pérdida de colonias, guerras, el terrorismo del Ejército Republicano Irlandés (IRA), el florecimiento de las letras y las artes y, también, de tragedias familiares, como la muerte de Diana de Gales.

Problemas familiares

Tuvo que lidiar con el divorcio de tres de sus cuatro hijos -Carlos, Ana y Andrés-, aunque fue la separación en 1992 de los príncipes de Gales, Carlos y Diana, uno de los momentos más difíciles de su reinado, simbolizado con su famosa frase en latín “annus horribilis” (año horrible), pronunciada a finales de ese año.

Fue también la muerte en un accidente de tráfico en 1997 de la princesa Diana lo que puso a prueba su reinado, visto como frío e indiferente al quedarse la familia real en Escocia mientras la gente lloraba y colocaba flores en el palacio de Buckingham.

Pero Isabel II demostró estar a la altura de los acontecimientos al escuchar los consejos del entonces primer ministro Tony Blair y regresar al palacio de Buckingham, de donde salió para hablar con la gente y leer los mensajes dejados por los británicos.

Sus últimos años como monarca han sido populares tras la boda de los duques de Cambridge, Guillermo y Catalina, así como por el nacimiento del príncipe Jorge, tercero en la línea de sucesión.

Durante sus años en el trono, Isabel II ha tenido un total de 15 primeros ministros, de los que once fueron conservadores y cuatro laboristas.

En los últimos años de su vida, Isabel II tuvo que lidiar con el escándalo de los duques de Sussex, Enrique y Meghan, después de que estos decidieran en enero de 2020 apartarse de la familia real para ser financieramente independiente.

Esta crisis, conocida como Megaexit, se agravó después de que la duquesa de Sussex, que es mestiza, acusara a la familia real de racismo, lo que obligó a la soberana a emitir un comunicado para decir que este problema sería resuelto dentro de la familia.

Otro escándalo de estos últimos años de reinado lo protagonizó el duque de York, después de que la estadounidense Virginia Giuffre le acusara de haber tenido relaciones sexuales con ella cuando era menor de edad.

El caso forzó al príncipe Andrés a llegar a un acuerdo para indemnizarla y evitar que el caso fuera a juicio.

El 9 de abril de 2021, la reina Isabel II sufrió la muerte de su marido, el duque de Edimburgo, cuando esté estaba por cumplir los 100 años de edad en junio de ese año.

En el último año, la salud de la soberana se deterioró, lo que le obligó a suspender varios compromisos oficiales y a recibir, el pasado día 6, a la nueva líder del Partido Conservador, Liz Truss, en el castillo de Balmoral para pedirle que formara un nuevo Gobierno.

Bandera a Media Asta

El Palacio de Buckingham, residencia oficial en Londres de Isabel II, bajó la bandera británica a media asta tras anunciarse la muerte este jueves de la reina a los 96 años en el castillo escocés de Balmoral.

Miles de personas se congregan ya en torno a Buckingham, en el centro de Londres, donde se espera que en breve se coloque un anuncio con información sobre la defunción, como parte de un detallado protocolo para despedirla con todos los honores.

La muerte de Isabel II, que el pasado martes recibió a la nueva primera ministra británica, Liz Truss, en Escocia significa que los primeros actos se celebrarán allí, conforme a la llamada operación Unicornio, tras lo cual sus restos mortales serán trasladados a Londres para proceder al funeral del Estado.

Nuevo Rey

Carlos de Inglaterra, el nuevo rey británico tras la muerte de su madre, Isabel II, accede al trono después de más de medio siglo como heredero, una larga espera que ha dedicado a la filantropía, la espiritualidad y a su compromiso con el medioambiente.

Carlos Felipe Arturo Jorge de Windsor, nacido el 14 de noviembre de 1948 en el Palacio de Buckingham y destinado a reinar desde los tres años, debe decidir antes de su coronación si mantiene el título de Carlos III como monarca, o bien si cambia su nombre, como han hecho cuatro de los últimos seis reyes británicos.

Carlos, de 73 años, podría renunciar a un nombre vinculado a una de las etapas más turbulentas de la monarquía británica y coronarse como Jorge VII en honor a su abuelo, Jorge VI (1895-1952), que ya renunció al nombre de Alberto con el que fue bautizado.

El primogénito de Isabel II y el duque de Edimburgo ha sido el heredero desde que su madre accedió a la corona, en 1952, y ha pasado ya a la historia como el aspirante que más tiempo ha aguardado para convertirse en monarca de Reino Unido y parte de las excolonias de la Mancomunidad Británica de Naciones (Commonwealth).

Su vida pública ha estado marcada por los años grises que siguieron a su separación en 1992 de Diana de Gales, madre de sus dos hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, así como por su relación con Camilla Parker Bowles, con quien contrajo matrimonio en 2005 en una ceremonia civil a la que no acudió la reina.

La duquesa de Cornualles, que en principio será princesa consorte tras la coronación de Carlos, ha superado la impopularidad que mantenía entre los británicos durante los primeros años de relación pública con Carlos, en gran medida gracias al apoyo que Guillermo y Enrique han mostrado a la nueva vida de su padre.

Muerte de Diana de Gales

La muerte de Diana en 1997, en un accidente de automóvil en París, fue un golpe tanto para sus hijos como para Carlos, que viajó a Francia con las dos hermanas mayores de la princesa para repatriar el cuerpo al Reino Unido.

Carlos se había casado con la princesa en julio de 1981 en la catedral de San Pablo en Londres, en una de las bodas reales más relevantes del siglo XX.

En el día del funeral de Diana, Carlos acompañó a sus dos hijos, de 15 y 12 años en aquel momento, mientras caminaban detrás del féretro en la procesión que llevó hasta la Abadía de Westminster.

Carlos dedica sus jornadas a gestionar las más de veinte organizaciones sin ánimo de lucro que dirige, una intensa actividad que combina con su agenda oficial.

Precisamente, su fundación se ha visto enredada recientemente en varios escándalos de supuesta corrupción, por recibir donaciones millonarias a cambio de facilitar la concesión de títulos.

Carlos, reacio a silenciar sus opiniones

Mientras que Isabel II ha mantenido durante su reinado una extrema prudencia a la hora de expresar sus opiniones personales, Carlos se ha caracterizado en las últimas décadas por su vehemencia en la defensa de las causas humanitarias y medioambientales, así como en la promoción de remedios médicos fuera del circuito científico.

Carlos, siempre reacio a silenciar sus opiniones, ha levantado diversas polémicas a lo largo de los años por sus declaraciones de tono marcadamente honesto, una característica que sus asesores le aconsejan moderar para acercarse a la imparcialidad de su madre.

Últimamente hizo saber su desacuerdo con la política del Gobierno conservador de expulsar a Ruanda a los solicitantes de asilo que entraron de forma ilegal en el país.

El hasta ahora príncipe de Gales ha marcado la diferencia en la familia real británica desde su infancia, cuando a los nueve años se convirtió el primer heredero al trono que acudía al colegio, en lugar de ser educado por tutores privados en el Palacio de Buckingham.

En 1966, Carlos pasó varios meses como estudiante de intercambio en una escuela en Melbourne (Australia), antes de ingresar el año siguiente en el Trinity College de la Universidad de Cambridge, donde cursó arqueología y antropología.

Tras licenciarse, pasó un semestre en la Universidad de Aberystwyth aprendiendo galés, antes de tomar posesión en 1970 de su asiento en la Cámara de los Lores y de iniciar en 1971 su entrenamiento como piloto de la Real Fuerza Aérea británica (RAF).

Carlos es un amante de la naturaleza, asiduo a las largas caminatas por los terrenos de Birkhall, su residencia escocesa, y un persistente lector de obras religiosas y filosóficas.

También ha mostrado interés en el deporte -fue jugador de polo hasta 1990-, así como en las artes y la música, que promociona a través de diversas organizaciones caritativas.

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