DEL TINTERO Y OTRAS FUENTES
Por: Arturo García Caudillo
Faltan poco más de siete meses para que concluya su mandato, pero es apenas ahora cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador está aclarando los detalles de su forma de pensar o del por qué actúa de tal o cual forma.
Mucho se le ha criticado por atacar la Constitución o a los órganos autónomos. Sin embargo, es hasta ahora que su talante autoritario se ha convertido en la principal arma en contra de quienes piensan diferente a él. Por eso resulta imposible debatirlo, pues siempre tendrá la razón, aunque haya distorsionado sus conceptos.
La democracia es uno de esos temas que tienen una definición que no tiene que ver con las raíces etimológicas de la palabra, ni con ningún otro concepto conocido.
“Lo que significa la democracia para un pobre y lo que significa la democracia para una persona de clase media o de clase alta, es distinto, tiene una connotación distinta porque la democracia auténtica, verdadera, para el pobre es su sobrevivencia, es la posibilidad de ser atendido, ayudado, auxiliado”, explicó el mandatario durante la Conferencia Mañanera en Palacio Nacional.
Y por el contrario, señala, “para un integrante de clase media es distinto, puede ser porque va a haber un gobierno más eficiente que se va a hacer cargo de la seguridad, pero no es porque de eso va a comer”.
Por tanto, concluye, “entonces la democracia para el pobre es fundamental, es básica”.
Por ello, aseguró, no le afectó el reportaje del premio Pulitzer estadounidense Tim Golden, en el que testigos protegidos por la DEA lo ligan al narcotráfico, acusándolo de haber recibido financiamiento para su campaña presidencial en el 2006: “¿Y por qué no nos afecta? Pues porque el pueblo está contento con la transformación.