FILANTROPÍA/ Seis “ demonios” de la participación social

Por Felipe Vega, fundador y director general de CECANI Latinoamérica, empresa líder de capacitación para figuras no lucrativas.

Aunque el voluntariado incide en la salud integral de los adultos mayores, existen seis barreras para impedir su trabajo pro bono en asociaciones civiles, fundaciones y Organizaciones No Gubernamentales.

  1. Creencias obsoletas sobre la edad. Uno de los desafíos son las actitudes edadistas que asumen que la vejez está vinculada a una peor capacidad para funcionar de manera efectiva.

A pesar de que las personas mayores están más sanas y educadas que nunca, estas creencias obsoletas a menudo pueden conducir a sesgos injustos contra los adultos mayores que buscan oportunidades para participar.

Aunque en economías desarrolladas solo el 35 por ciento de los trabajadores de 50 años o más despedidos vuelven a ser empleados dentro de los tres meses siguientes, las estadísticas ascienden en economías en desarrollo. Lo único coincidente es que los grupos más afectados por falta de oportunidades laborales corresponde a la generación X, Baby Boomers y Generación Silenciosa.

  1. Esfuerzos aislados en todos los sectores. Las partes interesadas que implementan intervenciones para la participación social de los adultos mayores a menudo no consideran las necesidades de otros sectores involucrados. Tal disociación limita la efectividad para brindar oportunidades al grupo de 50 y más años.
  2. Acceso desigual a las oportunidades. Las desigualdades disminuyen el acceso a oportunidades de participación social de calidad en la vejez. Esto a menudo significa que los adultos mayores que podrían beneficiarse más de oportunidades de participación social de alta calidad se pierden, Se requieren enfoques de equidad, diversidad e inclusión para aumentar la participación social de distintos grupos etarios.
  3. Deficiencias en el apoyo estructural. Aunque algunos países cuentan con políticas formales que promueven la participación social de los adultos mayores, solo el 63 por ciento de los Estados miembros de la ONU cuentan con legislación nacional y estrategias de aplicación contra la discriminación basada en la edad.
  4. Lagunas en los datos. Tres cuartas partes de los países del mundo tienen datos limitados o ningún dato comparable sobre el envejecimiento saludable o sobre los grupos de mayor edad, según la OMS. Desde el punto de vista de la participación social, esto tiene implicaciones para subestimar las contribuciones de los adultos mayores. Tampoco se contabilizan las demandas de participación.
  5. Inexistente investigación. Muchas intervenciones que abordan la participación social de los adultos mayores no están respaldadas por bases sólidas. Si se contara con ellas las partes interesadas podrían seleccionar o diseñar intervenciones más eficaces.

Abordara las seis barreras de participación de los adultos mayores en el Tercer Sector representaría una ayuda sustancial para distintos objetos sociales en favor de las comunidades, pero también paliaría los efectos adversos de la jubilación.

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