*México susceptible del impacto de estos fenómenos naturales desde que existe
Redacción Agencia Libertad ANI (México 13 de junio).- Las temporadas de huracanes en el Pacífico y el Atlántico ya comenzaron, y este año en particular es probable que haya un número mayor por el fenómeno de “La Niña”. Para el experto en ciencias atmosféricas e investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Víctor Magaña Rueda, dijo que es difícil asociar el incremento de huracanes con el cambio climático.
“Tendríamos que escribirlo en términos de la condición de “La Niña”, que hace que haga un poco más frío de lo normal en el Pacífico Ecuatorial del Este frente a Perú y Ecuador, que induce mayor actividad de huracanes en el Atlántico. Entonces, si algo pudiéramos decir es que probablemente este pronóstico se deba a esa condición”.
Señaló que “vivimos en un país vulnerable a eventos extremos, principalmente lluvias de los ciclones tropicales. En zonas montañosas, éstas inducen escurrimiento, fuertes inundaciones, deslaves y todo ello termina afectando por lo general a los que están más expuestos y que tienen menor posibilidad de prepararse, es decir, los más pobres.”
Indicó que nuestro país ha enfrentado huracanes desde que existe, y no hemos corregido suficientemente ese factor de vulnerabilidad para que sólo tuviéramos los beneficios y no los daños.
¿A qué me refiero con los beneficios? Las probabilidades, por ejemplo, que entre un huracán hacia el noreste de México aumentan este año y con ello la posibilidad de que sus presas y su disponibilidad de agua se recupere, lo cual sería verdaderamente una bendición para toda esa región del país.
Sin embargo, agregó, la preocupación de que esto pueda dejar daños es a veces lo que nos hace ver a los huracanes como enemigos, y en realidad son fenómenos naturales, como muchos que hay”.
El investigador de la UNAM, agregó que “llevamos 22 años de funcionar con un sistema de alerta temprana ante ciclones tropicales, lo que significa que cuando nos anuncia que un huracán se dirige a México, tendríamos que mover a gente a lugares seguros, llevar la ayuda necesaria antes que se haga el desastre.”
Por lo tanto, abundó, se deben tomar una serie de acciones que nos pongan en buena posición para que cuando haya pasado, de inmediato respondamos, que la gente regrese a su casa, y se le proporcione los apoyos que requiera, en lugar de tomar estas acciones como cuestiones heroicas. Deben ser parte de un proceso normal de afectación y recuperación y, sobre todo, sin que las personas mueran, agregó..
“Al crecer la población en zonas sobre todo de alto riesgo, las afectaciones aumentan y no hemos podido corregir esto –asegura el académico universitario–; es decir, tenemos especialistas, instituciones creadas para ello y sin embargo, al parecer no se han dado los resultados esperados… Está demostrado que pagar por la recuperación nos cuesta 10 veces más que haber invertido en preparación. No obstante, le seguimos apostando a la recuperación en el sentido de sobreponerse a un desastre. Es necesario hacer una revisión no sólo de las políticas que tenemos, sino de la gente encargada de implementarlas”, alertó
Suficiente tiempo para actuar
¿Cómo podemos prevenir a nivel personal? Los pronósticos se dan casi con una semana de anticipación. Claro, cualquier pronóstico tiene cierta incertidumbre. Pero la gestión del riesgo es tomar decisiones aún en esas condiciones, respondió.
Aseguró que una semana debería dar suficiente tiempo para avisar a toda la población, particularmente a los que sabemos de antemano que están en situación de alto riesgo, sobre qué deben hacer, a dónde deben dirigirse, cómo deben prepararse.
Lo mismo podríamos decir quizá en el lado del Pacífico, aunque el tiempo es un poco más corto; pero con dos o tres días, conociendo a dónde debemos dirigirnos y con quién, debería ser tiempo suficiente para que la gente ya sólo esperara en un lugar seguro el impacto del fenómeno sin que pusiera en riesgo su vida. “Cuando yo escucho que hubo nueve muertos y 20 desaparecidos, me cuestiono si nadie les avisó, o qué acciones toman las autoridades, los medios de comunicación, las alertas, todo. Algo no está funcionando.”
Los vacacionistas
Sobre las acciones que deben realizar quienes salen a las playas en vacaciones de verano, Magaña comenta: a la gente que ya está en el lugar y no puede regresar, se les asegura el sitio donde deben ubicarse. Para ello, se debe contar con la participación de los administradores de los hoteles o de los sitios turísticos.
Esto requiere estar considerado en el sistema de alerta, y ser parte de toda la información que brinda un lugar turístico. Lo primero que se debe tener es el informe con dos o tres días de anticipación, ver si se puede regresar para no estar ahí durante el fenómeno o si ya no hay posibilidades de salir. Se necesita buscar un sitio seguro donde permanecer. Lo principal es cuidar la vida de las personas, su seguridad y, en seguida, buscar que los daños sean los menos en infraestructura. Para ello hay que contar con conocimiento, con información y saber qué decisiones se deben tomar”, termina el experto.