Alito se niega a morir… y el PRI con él 

Adrián Valencia Alejandro Moreno es el ejemplo perfecto del político mexicano que se niega a morir, aun sabiendo que ya no aporta nada, ni al debate público, ni a la posible reconfiguración de su partido. Su gestión ha sido una verdadera tragedia para el PRI, que ya de por si venía en picada tras el sexenio de Enrique Peña Nieto. 

Adrián Valencia

Alejandro Moreno es el ejemplo perfecto del político mexicano que se niega a morir, aun sabiendo que ya no aporta nada, ni al debate público, ni a la posible reconfiguración de su partido. Su gestión ha sido una verdadera tragedia para el PRI, que ya de por si venía en picada tras el sexenio de Enrique Peña Nieto. 

Sin embargo, él quiere seguir administrando los espacios y candidaturas del partido. Es un personaje obscuro, que de mantenerse como dirigente nacional, le costará mucho a la coalición “Va por México” rumbo al 2024 y por supuesto al propio tricolor.

La andanada de ataques en su contra no es fortuita. Se trata de una ofensiva orquestada desde Palacio Nacional por su alianza legislativa y electoral con el PAN. Sin embargo, repito, es uno de esos políticos ruines que ha amasado una fortuna valiéndose de sus cargos públicos. Una fortuna, que por cierto, hoy está en la mira de la Fiscalía de Campeche (que encabeza Renato Sales) por instrucción de la gobernadora Layda Sansores.

Pero “Alito”, como lo conocen en el mundo de la política, se niega a dejar el cargo. Sabe que sin la protección de su partido y de sus aliados políticos, está acabado. Mientras tanto, cada semana se dan a conocer nuevos audios en el programa “Martes del jaguar” (una especie de reality show que conduce Sansores) que ligan al presidente nacional del PRI con desvío y uso indebido de recursos públicos, tráfico de influencias y todo tipo de tropelías que siguen manchando su nombre.

En el terreno electoral, por otro lado, su dirigencia al frente del partido ha sido un verdadero desastre. El PRI se ha reducido a prácticamente nada, pues apenas en tres años ha perdido el 60% de su fuerza electoral, diez gubernaturas en todo el país y se encamina a perder dos más: el Estado de México y Coahuila. Pero el campechano se niega a hacerse a un lado, aunque sabe que tiene el agua hasta el cuello.

El destino del tricolor, como partido político, es similar, pues es claro que México necesita nuevas opciones para una generación completamente distanciada de la política. El ciclo del partido ha llegado a su fin y llega a esa recta como uno de los partidos con mayor rechazo entre la población. Sin nada más que ofrecer en la agenda política, legislativa y social, únicamente le queda la alianza con el PAN y con lo poco que queda del PRD, para hacerse de una bocanada de oxigeno rumbo al veinticuatro. 

Mientras tanto, en la dirigencia nacional se ostenta un personaje al que semana con semana le revientan escándalosy acusaciones en la cara, manchando la ya de por silastimada imagen de su partido, tras la generación de gobernadores que desfalcaron las arcas públicas de varias entidades del país. 

Hoy los únicos que lo defienden son aquellos que le deben el cargo, pero lo más probable es que al final Alito “caiga” y con él una generación de priístas que se alejaron por completo de la ciudadanía y que fueron incapaces de reinventarse, de entregar cuentas a la sociedad y de hacer algo frente al secuestro de su partido desde la dirigencia nacional.

Twitter: @AdrinValenciaL2

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